Murray, entre lágrimas, se despide del tenis por culpa de su cadera

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Primero dos palabras y ya no pudo continuar. Tras unos momentos para recuperarse en una sala contigua, Andy Murray regresó a la rueda de prensa. El tenista escocés avanzó entre lágrimas el final de su carrera para esta temporada. Los dolores de cadera -pese a la cirugía- no le permiten ni ponerse sin dolor los calcetines y zapatillas deportivas. Y así lleva casi dos años.



A Murray le gustaría llegar hasta Wimbledon, pero dijo que no está seguro de poder aguantar los terribles dolores "otros cuatro o cinco meses", por lo que es "posible" incluso que su despedida sea el inminente Abierto de Australia.

Desde el primer "grande" del año, el exnúmero uno del mundo y campeón de tres Grand Slams, una Copa de Maestros y dos oros olímpicos sacudió el mundo del tenis en rueda de prensa en Melbourne. "No estoy bien, lo estoy pasando mal desde hace mucho tiempo, ha sido mucho dolor los últimos 20 meses. Lo he intentado todo para recuperarme de la cadera", confesó.

"Wimbledon es donde me gustaría parar, pero no estoy seguro de poder llegar. No estoy seguro de poder jugar con este dolor durante otros cuatro o cinco meses. En diciembre le dije a mi equipo que no puedo seguir. El Abierto de Australia podría ser mi último torneo", añadió un Murray entre lágrimas en la sala de prensa.

El británico, dos veces campeón de Wimbledon (2013 y 2016) y otra más del US Open (2012), además de oro en los Juegos Olímpicos de 2012 y 2016 y Maestro también en 2016, reconoció que el dolor no le deja disfrutar ya del tenis. "Puedo jugar con limitaciones, pero con dolor no puedo disfrutar de la competición o el entrenamiento", apuntó, cuando se cumple un año de su paso por quirófano.

Murray pasó el 2018 casi en blanco, aunque volvió en su tramo final, después de no jugar durante la segunda mitad del 2017. El escocés, miembro del Big Four de la era moderna, junto a Roger Federer, Rafa Nadal y Novak Djokovic, dejó abierta la posibilidad a una segunda operación en su cadera derecha, pero con el objetivo de recuperar "calidad de vida", en principio no para competir.

De momento, a sus 31 años, el que fuera número uno del mundo por primera vez en noviembre de 2016 volverá a apretar los dientes para salir a jugar el lunes, desde el número 230, en su debut en Melbourne contra el español Roberto Bautista. "Voy a jugar, no al nivel que me gustaría, pero aún puedo dar algo", dijo.

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