El adiós al hombre de Gales, la operación más difícil para Florentino. (Foto: @GarethBale11)

Éxito de Zidane en un final elegante para Bale y James Rodríguez

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Achraf (40 millones), Reguilón (30), James (25) y Óscar (15), una operación de ingresos en ventas por 110 millones. Zinedine Zidane ha seguido estrechamnte todas las acciones. Los procesos de venta y salidas se han realizado siguiendo sus pautas.

En el caso de James Rodríguez, Zizou ha sido especialmente paciente para que hubiera una salida lo más elegante posible. Hubiera contado con él, pero James nunca tuvo paciencia ni comprensión para ser miembro de un equipo coral basado solamente en un entrenamiento duro y constante sin titularidades comprometidas. Para Zizou aplicar una estrategia única y novedosa de rotación total y permanente, no ha sido fácil. Ni la directiva, ni la hinchada ni los jugadores han asimilado de inmediato sus planes. La soledad ha pesado en ocasiones sobre el entrenador del Real Madrid.

El caso de Gareth Bale es en cambio excepcional por el grado de falta de solidaridad, desprecio y desinterés del jugador, escogiendo solo los partidos que podían beneficiarle. Bale estuvo protegido por el presidente, de tal manera que llevó a Zizou a presentar su dimisión por no permitir el desprecio (por no decir burla) del jugador al resto del vestuario.

Zizou volvió por respeto a Florentino y lealtad al club. Pero la situación se volvió a repetir por la chulería del jugador galés y su representante. Esta vez Florentino no ha podido ponerse de perfil. Ha tenido que elegir definitivamente entre jugador y entrenador. Y no lo ha dudado. Se ha buscado por tanto la fórmula de cesión que es la forma de despedida final del jugador. Ninguna duda de que no volverá al club.

Es posible que desde el primer momento que se convierta en el mejor jugador de la Premier. La hinchada no lo echará de menos. Nunca tuvo interés por estudiar y hablar español ni conocer los valores del Real Madrid. Simplemente no conoce el significado de la humildad y la generosidad. 

El regalo, sin embargo, del Real Madid al CV de Bale es impresionante: cuatro Champions, dos Ligas, una Copa del Rey, tres Supercopas de Europa y cuatro Mundiales de Clubes. Pero curiosamente Bale nunca fue lo suficientemente despierto para comprender que tenía todo a su favor. Ahora se va del Santiago Bernabéu dejando la triste imagen de ser recordado como el jugador más criticado por una hinchada que con un alud de pitos y abucheos cada vez que saltaba al campo nunca perdonó su desinterés, arrogancia y desprecios.
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